34784 BANCO MUNDIAL Spanish ILE corv_ ILma Resumen del ( 1989 Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento / BANCO MUNDIAL Véanse las indicaciones sobre la forma de hacer un pedido al final de este resumen. i'1! P18 1 1'. ( -'' Prefacio de Barber B. Conable Definiciones y notas sobre los datos Los sistemas financieros y el desarrollo: panorama general 1 El ajuste y el crecimiento en los decenios de 1980 y 1990 2 Por qué son importantes los sistemas financieros 3 Evolución de los sistemas financieros 4 Problemas del sector financiero de los países en desarrollo 5 Sistemas financieros al borde de la crisis 6 Fundamentos de los sistemas financieros 7 Desarrollo de los sistemas financieros 8 Descripción del sistema financiero informal 9 Hacia sistemas financieros más liberales y abiertos Nota bibliográfica Apéndice estadístico Indicadores del desarrollo mundial Los sistemas financieros proporcionan servicios esenciales en unla economía moderna. El dinero es un medio de cambio estable y ampliamenzte aceptado cuyo " C uso reduce los costos de las transacciones y facilita el comercio y, de esa manera, . fomenta la especialización de la produccióni. Los activos financieros que tieneni características atrayentes en cuanto a rendimiento, liquidez y riesgo estimulllan el ahorro en forma financiera. Mediante la evaluación de las diferentes posibilidades de inversión y la observación de las actividades de los prestatarios, los intenne- diarios financieros promueven el uso eficaz de los recursos. El acceso a ulla diversidad de instrumentos financieros penmite a los agentes económicos aunar e intercambiar riesgos y asignar a éstos un precio. El comercio, el uiso eficaz de los recursos, el ahorro y la asunción de riesgos sonl las piedras anguilares de una economía en crecimiento. En la actualidad, los sistemas financieros de muchos países en desarrollo sonl inadecuados o funcionan con menos eficiencia de la que podrían tener. Esto tiene consecuencias importantes para el desarrollo económico general. Dos tendelncias, en particular, hacen que la refonma de los sistemas financieros sea una prioridad en estos paises. En primer lugar, la disminuticiónz de las corrientes de capital externo hacia muchos de ellos y su estancamiento económico ponen de relieve la importancia de adoptar políticas que estimulen el ahorro y la inversión nacionales y que orienten el flujo de recursos hacia las actividades más rentables; en otras palabras, adoptar políticas que mejoren el desempeño de los sistemas financieros nacionales. En segundo lugar, los acontecimientos de los años ochenta han llevado a muchos países a reconsiderar sus estrategias de desarrollo. Aunque difieran en cuanito a la escala de la intervenicióni gubernamental y a la medida en que ya han estabilizado y reestructurado suls economiías, casi todos los paises han decidido apoyarse más en el sector privado y en las señales del mercado para orientar la asignación de sus recursos. A fin de derivar todos los beneficios posibles de una mayor dependencia del proceso decisorio volunltario y deter- minado por las condiciones del mercado, los países necesitanz sistemas finanlcieros eficientes. El desarrollo financiero y el desarrollo económico general están estre- chamente relacionados entre sí. En 1988 el entorno económico interna- cional fue favorable para el crecimiento de los países en desarrollo. Por sexto año consecutivo, los países de ingresos altos disfrutaron de un crecimiento firme -aún más rápido que en 1987- con una tasa de inflación baja. Los tipos de interés y de cambio fueron menos inestables que en etapas anteriores de la recuperación de la recesión mundial de 1982, y los precios de los principales productos básicos exportados por los países en desarrollo se elevaron en un 20% como promedio. Algunos países en desarrollo han sacado partido de este entorno favorable. Casi todos los de Asia prosperaron; en varios de ellos el producto nacional bruto creció a una tasa anual estimada de 10%. En cambio, otros países continuaron resintiéndose de los efectos de políti- cas nacionales desacertadas, un endeudamiento excesivo y los tras- tornos económicos de los años ochenta. Las tasas de crecimiento de muchas naciones africanas se mantuvieron en casi cero. En los países Figura 1 Crecimiento del PNB real en los países en desarrollo, por regiones, 1965 a 1988 (variación porcentual anual media) Africa al Sur Asia Asia Europa, Oriente América Latina del Sahara Oriental Meridional Medio y Norte y el Caribe 10 de Africa 8 6 U 1965-73 0 1973-82 10 1982-88 muy endeudados las economías también siguieron estancadas (Figura 1). En la reunión cumbre de Toronto los gobiernos de los países acreedores convinieron en proporcionar alivio de la carga de la deuda a los países de Africa al Sur del Sahara, y a principios de 1989 tomaron las primeras medidas oficiales encaminadas a sancionar el mismo tipo de asistencia para los países de ingresos medianos. Sin embargo, a pesar del aumento que han registrado los desembolsos de fondos a los países muy endeudados en 1988, las transferencias netas de recursos a ellos continuaron siendo negativas. El crecimiento futuro de los países en desarrollo dependerá en parte de las políticas que sigan los países de ingresos altos. Asegurando el éxito de la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales interna- cionales, éstos pueden crear un entorno favorable para las exportaciones de los países en desarrollo. Una política más restrictiva en lo fiscal pero más liberal en lo monetario por parte de los países de ingresos altos haría bajar los tipos de interés internacionales, lo que aliviaría la carga de la deuda y beneficiaría tanto a los países en desarrollo como a ellos mismos. Sin embargo, mucho más importantes serán las políticas que adopten los propios países en desarrollo. Estos pueden mejorar sus perspectivas de crecimiento si siguen procurando mantener el equilibrio fiscal y continúan las reformas de sus regímenes comerciales y la implantación de políticas que contribuyan a mejorar la actuación de los sistemas financieros nacionales. Las dificultades que experimentan actualmente los sistemas financie- ros de los países en desarrollo son en parte consecuencia de las pertur- baciones económicas de los años ochenta, pero también emanan de las estrategias de desarrollo y las políticas financieras seguidas en los últi- mos decenios. Cuando los países en desarrollo comenzaron a moderni- zar sus economías, en los años cincuenta y sesenta, con frecuencia sus sistemas financieros estaban constituidos principalmente por bancos comerciales de propiedad extranjera que facilitaban crédito comercial y de exportación a corto plazo. Los gobiernos decidieron reformar sus sistemas financieros a fin de asegurar que los recursos se asignaran de acuerdo con sus estrategias de desarrollo, que hacían hincapié en la rápida industrialización a través de la sustitución protegida de las importaciones y en la modernización de la agricultura. Con tal objeto, crearon nuevas instituciones financieras u ordenaron a las existentes que otorgaran financiamiento a tipos de interés preferenciales a los sec- tores que habían de ir a la vanguardia del desarrollo. No sólo estable- cieron controles para los tipos de interés del crédito dirigido, sino que además mantuvieron artificialmente bajo el nivel general de los tipos vigentes para los depósitos y los préstamos. Los propios gobiernos recurrieron intensamente a los empréstitos, tanto de los sistemas finan- cieros nacionales como del exterior, para financiar sus crecientes déficit presupuestarios y las necesidades de las empresas estatales. El intervencionismo pareció dar resultado en los decenios de 1960 y 1970: en ambos los países en desarrollo crecieron con rapidez (aunque ya en los años setenta la tasa de crecimiento de algunos comenzó a desacelerarse). Sin embargo, sus costos se hicieron evidentes en el dece- nio en curso, cuando el abundante suministro de fondos externos y las relaciones de intercambio favorables -que habían encubierto las inefi- ciencias internas en el decenio anterior- dejaron de ser realidad. Además, cualquiera que haya sido su efecto en el crecimiento general, la estrategia de desarrollo de muchos países ha tenido repercusiones negativas en sus sectores financieros. Bajo presión gubernamental, los bancos concedieron préstamos a las empresas estatales y para proyectos en los sectores prioritarios a tipos de interés inferiores a los de mercado, y muchos de esos préstamos dirigidos nunca fueron reembolsados. Los controles de los tipos de interés desalentaron la tenencia de activos financieros nacionales por los ahorradores y la concesión de préstamos a plazo mediano o a prestatarios de mayor riesgo por parte de las institu- ciones financieras. En algunos países, los empréstitos obtenidos por el sector público de los bancos comerciales desplazaron a la concesión de préstamos al sector privado; en otros, esos empréstitos, financiados con crédito del banco central -es decir, mediante la creación de moneda-, provocaron una inflación acelerada (Figura 2). En consecuencia, muchos países han desarrollado un mercado para la deuda a corto plazo, pero son pocos los que tienen un sistema que pase de rudimentario para el financiamiento a largo plazo; salvo en unos pocos casos, los sistemas financieros de los países en desarrollo siguen siendo pequeños y subdesarrollados. Figura 2 Empréstitos del gobierno central, por fuentes de origen de los fondos, 1975 a 1985 Préstamos del Otras fuentes exterior (',3%) internas (56,0%) Préstamos del Otras fuentes 1 exterior (9,7%) internas (8,3%) j Instituciones de depósito (6,7%) Banco central (46,7%) Instituciones de depósito (22,7%) Países en desarrollo Países de ingresos altos Nota: Los datos son promedios ponderados según el PIB. La muestra de países en desarrollo la integran Birmania, Bolivia, Burkina Faso, Corea (República de), Chile, Chipre, Egipto (República Arabe de), Gabón, Indonesia, Liberia, Marruecos, México, Nepal, Nicaragua, Pakistán, República Dominicana, Tailandia, Togo, Túnez, Uruguay, Vene- zuela, Yemen (República Arabe del), Zaire y Zimbabwe. La muestra de países de ingresos altos está integrada por Alemania (República Federal de), Australia, Austria, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Italia, Paises Bajos, Reino Unido y Suecia. .'1.'/"!, La incapacidad o renuencia de los prestatarios a reembolsar sus prés- tamos se ha convertido en un grave problema en los últimos años. 'W l<{, , Muchos países dependían de las exportaciones de productos básicos y de los empréstitos del exterior para pagar importaciones esenciales para sus programas de industrialización. En el caso de los países muy endeudados en particular, los empréstitos del exterior se tornaron onerosos cuando los tipos de interés subieron, en los últimos años del decenio de 1970, y prácticamente imposibles después de 1982, cuando los bancos comerciales extranjeros interrumpieron los préstamos volun- tarios. En los primeros años del corriente decenio, el deterioro de la relación de intercambio y la recesión internacional redujeron aún más la capacidad de esos países para pagar las importaciones. Muchos se vieron obligados a recortar sus déficit comerciales. Para promover las exportaciones, devaluaron sus monedas y rebajaron los aranceles y otras barreras comerciales. Como resultado de todo ello, las empresas de esos países tuvieron que hacer frente a cambios abruptos en los precios relativos, a menudo junto con la recesión interna. Muchas per- dieron su rentabilidad y no pudieron atender el servicio de sus préstamos. En vez de proceder a la ejecución de las deudas incobrables, numero- sos bancos optaron por acumular los intereses impagos y renovar los préstamos atrasados. En algunos casos esto ocurrió debido a que exis- tían vínculos entre los prestatarios y los bancos en razón de la propiedad común de ambos; en otros, porque las garantías eran a menudo insufi- cientes y los procedimientos de ejecución lentos y sesgados en favor de los deudores, y el haber reconocido las pérdidas derivadas de esos prés- tamos hubiera llevado a los propios bancos a la insolvencia. La práctica de renovar los préstamos en mora y de conceder nuevos préstamos para cubrir los intereses impagos ha socavado el proceso del ajuste; en vez de financiar nuevas inversiones que los cambios de los precios relativos han hecho rentables, gran parte de los préstamos nuevos se han usado para sostener empresas que han dejado de ser viables (Figura 3). Numerosas instituciones financieras de los países en desarrollo han sufrido pérdidas cuantiosas; muchas son insolventes y algunas de hecho han quebrado. La insolvencia bancaria no es nada nuevo, pero la escala del problema actual -el número de instituciones insolventes, la magnitud de sus pérdidas y la cantidad de países afectados- no tiene precedentes. Aunque más de 25 países en desarrollo han adoptado medidas en este decenio para reestructurar sus instituciones financieras, muchos de ellos se han ocupado sólo de las más grandes o más grave- mente afectadas; la solvencia de las demás sigue muy menoscabada. La reestructuración de los bancos es políticamente difícil, sobre todo Figura 3 Relación crédito nuevo-inversión en determinados países en desarrollo, 1973 a 1979 y 1980 a 1986 Colombia Costa Rica Turquía Yugoslavia _ 0 50 100 150 200 250 Porcentaje Nota: Crédito nuevo es la variación en la cantidad de crédito pendiente con el sector no financiero. Inversión es la formación bruta de capital fijo. Fuentes: FMI, Estadísticas Financieras Internacionales, y datos del Banco Mundial. cuando éstos son públicos o cuando los principales deudores que incumplen sus obligaciones son empresas estatales. Sin embargo, la experiencia demuestra que la demora en llevarla a cabo es costosa y que las pérdidas aumentan con el tiempo. La reestructuración de los sistemas financieros se puede considerar también como una oportunidad: ofrece a los países la posibilidad de hacer que sus sistemas financieros sean el acicate del desarrollo económico. Ahora bien, la reforma tiene que ir más allá de la recapitali- zación de los bancos insolventes. Tiene que abordar también las causas subyacentes de la insolvencia bancaria y de los sistemas financieros poco activos y no competitivos. Los gobiernos pueden procurar la estabilidad macroeconómica, para lo cual generalmente tendrán que reducir sus gastos. Pueden además realizar los ajustes que lleven a un uso más productivo de los recursos. La reestructuración o el cierre de las empresas insolventes debe ser parte de ese proceso; de lo contrario, los intermediarios financieros recapitalizados que continúen otorgándoles préstamos volverán a ser insolventes. Los países que tienen economías estables y mercados financieros razonablemente desarrollados y competitivos se beneficiarían de dejar que las fuerzas del mercado influyeran más en los tipos de interés. En otros países, en tanto no se cumplan esas condiciones, los gobiernos quizás opten por controlar los tipos de interés, pero a menos que ese control sea lo bastante flexible como para tomar en cuenta la inflación y las presiones del mercado, obstaculizará el desarrollo financiero. La ali- neación apropiada de los tipos de interés es particularmente importante para los países que tienen mercados de capital abiertos, ya que sin ella es probable que el resultado sea una fuga considerable de capitales. La asignación del crédito también podría mejorar si respondiera más a las presiones del mercado. En el pasado los gobiernos han intervenido ampliamente en la orientación del crédito. En un mundo de precios relativos que cambian con rapidez, de estructuras económicas complejas y de mercados financieros cada vez más intrincados, el riesgo de la gestión desacertada de esos controles se ha acentuado. Muchos países podrían asignar mejor los recursos si redujeran el número de programas de crédito dirigido, la proporción del crédito total afectada por ellos y el grado de subvención de los intereses. Los gobiernos que continúen teniendo programas de esa índole deberían determinar las prioridades más estrictamente. Hacer hincapié en la disponibilidad de crédito es preferible a subvencionar los intereses, que socava el proceso financiero. Liberar las instituciones financieras de los controles sobre los tipos de interés o el crédito no puede por sí solo garantizar que los sistemas financieros evolucionen en la forma prevista. Los sistemas jurídicos y contables de la mayoría de los países en desarrollo no pueden prestar respaldo adecuado a los procesos financieros modernos. Los regímenes jurídicos a menudo son anacrónicos y las leyes relativas a las garantías y los juicios hipotecarios son vagas. Debido a que el cobro de las deudas puede ser difícil y a que la observación y el control de los prestatarios es una tarea ardua, las entidades crediticias se han mostrado renuentes a celebrar ciertos tipos de contratos financieros. Los gobiernos pueden estimular la oferta de préstamos a largo plazo y otros tipos de financia- miento reduciendo los riesgos para los prestamistas, por ejemplo mediante el procedimiento de exigir al prestatario una información financiera más completa y de defínir mejor y hacer respetar los derechos de los prestamistas. A fin de garantizar la estabilidad del sistema finan- ciero y de disuadir a los prestamistas de cometer fraude, es igualmente importante que los gobiernos supervisen los mercados y las institu- ciones del sector financiero. En el pasado los supervisores han dedicado demasiado tiempo a asegurarse de que los bancos obedecieran las direc- trices del gobierno en materia de asignación del crédito y demasiado poco a inspeccionar la calidad de sus préstamos y la suficiencia de su capital. Es probable que los bancos comerciales sigan siendo durante algún tiempo las instituciones predominantes en los sistemas financieros de la mayoría de los países en desarrollo. Su eficiencia se puede fortalecer mejorando sus procedimientos administrativos e incrementando la com- petencia que enfrentan. Para mejorar la administración se necesitan nuevas políticas crediticias, procedimientos más eficaces de recupera- ción de los préstamos, sistemas de información más refinados, estruc- turas orgánicas racionalizadas y un personal motivado y mejor capaci- tado. La competencia puede estimularse permitiendo el establecimiento de nuevos bancos, nacionales o extranjeros. Los países deben además crear otras instituciones financieras cuyos servicios compitan con los de los bancos comerciales y los complemen- ten. Los intermediarios financieros no bancarios, como las instituciones financieras de desarrollo, las compañías de seguros y los fondos de pensiones son posibles fuentes importantes de financiamiento a largo plazo. Sin embargo, muchas de las instituciones financieras de desa- rrollo existentes son insolventes. En los casos en que vayan a ser rees- tructuradas, en lugar de cerrarlas o fusionarlas con bancos comerciales, se deberán considerar cuidadosamente su función y viabilidad futuras. Toda diversificación deberá basarse en la experiencia del personal y en sus relaciones con los clientes actuales. A medida que sea cada vez mayor la proporción de la población de un país que pueda y quiera hacer previsiones para su jubilación, la importancia de las instituciones de ahorro contractual aumentará. Permitir que los fondos de pensiones y las compañías de seguros inviertan en instrumentos financieros distin- tos de los bonos del Estado de bajo interés puede estimular notable- mente la oferta de financiamiento a largo plazo para el sector privado. Muchos países en desarrollo se han beneficiado de la creación de mercados monetarios y de capital, aunque estos últimos a menudo siguen siendo pequeños. El mercado monetario puede ofrecer un medio flexible de administrar la liquidez, competencia con los bancos, un punto de referencia para los tipos de interés determinados por el mer- cado y un instrumento de la política monetaria. El mercado de capital puede ser una fuente de fondos a largo plazo -en forma tanto de deuda como de capital social- y ayudar a fomentar estructuras de capital más sólidas en las sociedades. Casi todos los países en desarrollo tienen un sector financiero informal bien establecido de antiguo que ofrece servicios al sector no estruc- turado, a saber, las unidades familiares, los pequeños agricultores y las microempresas. Aunque los parientes y amigos son generalmente la fuente más importante de crédito, las casas de empeño proporcionan un volumen considerable de crédito a las personas que tienen garantías comercializables y los prestamistas a aquellos que no las tienen. Los comerciantes ofrecen crédito a sus clientes y los agentes de compras adelantan fondos a sus proveedores. Las asociaciones de ahorro y cré- dito rotatorio son ubicuas en todo el mundo en desarrollo. Las instituciones financieras a menudo se han debilitado debido a las exigencias de los gobiernos de que facilitaran crédito a los pequeños prestatarios. Debido a que éstos no llevan una contabilidad financiera normalizada, las instituciones del sector formal encuentran difícil prever quiénes ofrecen probabilidades de reembolsar los créditos. Más aún, si el prestatario pertenece a un grupo favorecido por el gobierno, para el intermediario del sector formal puede ser difícil cobrar la deuda. En contraste, el sector financiero informal ha podido atender las necesi- dades de esos prestatarios, aunque tiene serias limitaciones: la escala de sus préstamos es pequeña, la gama de servicios que ofrece es limitada, los mercados están fragmentados y los tipos de interés son a veces usurarios. No obstante, estos prestamistas ayudan a clientes cuyas operaciones suelen resultar demasiado costosas o arriesgadas para las instituciones del sector formal. Algunos países, reconociendo este hecho, han establecido programas encaminados a vincular más estre- chamente los mercados informales con los formales. Los programas del sector formal más eficaces para el sector de las microempresas son los que utilizan los sistemas autóctonos en vez de suprimirlos, reciben depósitos además de otorgar préstamos y cobran comisiones que cubren los costos. A medida que los países en desarrollo avancen hacia el estableci- miento de sistemas financieros más complejos, pueden aprovechar la experiencia de los países de ingresos altos en materia de creación de instrumentos e instituciones. Parte de esa experiencia es aleccionadora. Una lección es que los mercados financieros competitivos, si bien son eficientes en la movilización y asignación de los fondos y la gestión del riesgo, pueden también cometer errores, como lo demuestran el exceso de préstamos de los bancos comerciales a los países en desarrollo en el decenio de 1970 y la actual crisis de las asociaciones de ahorro y prés- tamo en los Estados Unidos. Otra lección es que los sistemas financieros que se basan en las condiciones del mercado pueden ser inestables y susceptibles al fraude. Esto subraya la necesidad de normas adecuadas de disciplina y control y de un buen sistema de supervisión. Debido a que las finanzas evolucionan con rapidez, los organismos reguladores deben procurar continuamente el equilibrio apropiado entre el estímulo de la competencia y el crecimiento, y un cuidadoso control para limitar el fraude y la inestabilidad. Durante el pasado decenio muchos países en desarrollo han tomado medidas orientadas a la liberalización financiera. En unos diez los tipos de interés han sido totalmente liberalizados, y en muchos más se administran con más flexibilidad que antes. Numerosos países han restringido sus programas de crédito dirigido, aunque son pocos los que los han eliminado totalmente. La apertura de los mercados nacionales a los bancos extranjeros y la aprobación de los estatutos de nuevos bancos e intermediarios financieros no bancarios han fomentado la competencia entre instituciones financieras. Varios países con economía de planifica- ción centralizada se proponen asimismo estimular la competencia mediante una amplia reestructuración de sus sistemas bancarios. En unos pocos países la liberalización financiera ha sido bastante amplia. A mediados del decenio de 1970, Argentina, Chile y Uruguay, por ejemplo, llevaron a cabo extensas reformas, incluida la eliminación de los controles sobre los tipos de interés, los programas de crédito dirigido y los controles de cambios. También varios países asiáticos han avanzado hacia la desreglamentación financiera, pero sus reformas fue- ron introducidas más gradualmente y han sido menos amplias. En algunos casos la liberalización financiera ha resultado difícil. En los países del Cono Sur -Argentina, Chile y Uruguay- acabó mal; el Gobierno de la Argentina tuvo que reimplantar los controles y los tres países han tenido que hacer frente a quiebras bancarias generalizadas. En Turquía el Gobierno tuvo que imponer de nuevo los controles sobre los tipos de interés cuando los niveles reales de éstos se elevaron exce- sivamente, pero en Asia, donde las condiciones macroeconómicas han sido más estables y las reformas se introdujeron más gradualmente, no ha sido necesario echar mano de los controles de nuevo. La experiencia indica que para evitar corrientes de capital desestabili- zadoras, tipos de interés muy elevados y cuasicrisis en el sector empre- sarial y entre las instituciones financieras es necesario planificar cuida- dosamente la secuencia de las medidas orientadas a la liberalización financiera. Aunque las generalizaciones son arriesgadas, la prioridad parece ser la reducción de los déficit fiscales y el establecimiento de la estabilidad macroeconómica. Seguidamente, los gobiernos deben redu- cir sus programas de crédito dirigido y ajustar el nivel y la estructura de los tipos de interés a fin de que guarden armonía con las fuerzas del mercado, interno y externo. La liberalización financiera no puede tener éxito a menos que vaya acompañada de la reestructuración de los ban- cos y las empresas insolventes. En la etapa inicial de la reforma, los gobiernos deben tratar también de mejorar los elementos en que se sustentan los sistemas financieros: los regímenes contables y jurídicos, los procedimientos para hacer cumplir los contratos, los requisitos en materia de información, las normas de disciplina y control, y la supervi- sión. En una etapa temprana se deben adoptar además medidas para mejorar la eficiencia de los sectores productivos, es decir, establecer políticas comerciales e industriales más liberales. La etapa siguiente de la reforma financiera ha de incluir la creación de una mayor variedad de mercados e instituciones y el fomento de la competencia. Se deben introducir escalas más amplias de tipos de interés para los depósitos y los préstamos. En lo referente al sector externo, es preciso estimular el ingreso de instituciones extranjeras en los mercados financieros nacionales a fin de aumentar la competencia y la eficiencia, tal vez con ciertas restricciones hasta que las instituciones del país puedan competir en igualdad de condiciones. En tanto estas reformas no hayan avanzado suficientemente, quizá sea necesario man- tener controles sobre los movimientos de capital. Una vez que se ha logrado un avance importante hacia la reforma, el gobierno puede emprender la etapa final: la liberalización total de los tipos de interés, la eliminación de los programas subsistentes de crédito dirigido, la relaja- ción de los controles sobre el capital y la abolición de las restricciones a las instituciones extranjeras. INFORME SOBRE EL DESARROLLO MUNDIAL 1989 El Informe sobre el Desarrollo Munldial 1989 se publica en rústica en alemán, árabe, chino, español, francés, inglés, japonés y portugués; la edición en inglés también se publica en tela. El Informe puede adquirirse por intermedio de los distribuidores de publicaciones del Banco Mundial que se enumeran en las páginas siguientes o, si no hubiera distribuidor en un determinado país, puede solicitarse directamente al Banco Mundial utilizando el formulario que se adjunta al final de este folleto. Las ediciones en determinados idiomas también pueden adquirirse en las editoriales que se indican a continuación. Las fechas de publicación y los precios no son iguales en todos los países. A fin de facilitar una mayor divulgación en los países en desarrollo se han convenido precios especiales con muchos de los distribuidores y, por lo tanto, se ruega solicitar informa- ción al distribuidor respectivo. ia , Fritz Knapp Verlag, Neue Mainzer Strasse 60, Postfach 11511, 6000 Frankfurt 11, República Federal de Alemania i ¡y, llt . Editorial Tecnos, Josefa Valcárcel 27, 28027 Madrid, España - Editions Economica, 49, rue Héricart, 75015, París, Francia Oxford University Press en Australia, Canadá, Estados Unidos, Hong Kong, India, Japón, Kenya, Malasia, Nigeria, Nueva Zelan- dia, Pakistán, Reino Unido, Singapur, Sudáfrica, Tailandia, Taiwan (China) y Tanzanía qu tgi- Fundaçáo Getúlio Vargas, Caixa Postal 9052, Rio de Janeiro-Rj, Brasil 1n Publicaciones del Banco Mundial sobre temas conexos Rudiger Dornsbusch y F. Leslie C.H. Helmers, compiladores Reduciendo las restricciones comerciales y monetarias, un país puede abrir su economía a fin de aumentar la eficiencia de la producción nacional y competir mejor en los mercados mundiales. En este libro -escrito por un grupo de distinguidos economistas que analizan los instrumentos de política a partir de su experiencia personal en los países en desarrollo- se examina la forma más eficaz en que los países pueden liberalizar el comercio y permitir el libre flujo de capital. 412 páginas/No. de Stock OX520709/US$14,95 Sebastian Edwards Muchas de las crisis económicas del mundo en desarrollo en los últimos años emanan en parte del desajuste de los tipos de cambio. El autor examina la forma en que los países en desarrollo pueden determinar si su tipo de cambio real está desajustado y, en caso afirmativo, qué deben hacer al respecto. 112 páginas/No. de Stock JH3751/US$9,95 En este estudio se examina por qué el Banco Mundial ha confiado cada vez más en el financiamiento para fines de ajuste durante los diez últimos años y se analizan los resultados de los programas apoyados. Además, se evalúan la formulación y ejecución de las operaciones de ajuste y se recomiendan medidas encaminadas a mejorar la eficacia de ese financiamiento. 108 páginas/No. de Stock BK1 166/US$7,95 -en discos para computadoras personales Esta edición en discos se puede utilizar para reclasificar los datos de 32 cuadros correspondientes a 120 países, formar nuevos subconjuntos e incorporar los datos en conjuntos diferentes. Comprende también datos básicos de otros 65 países y territorios. 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Entiendo que se me facturará con anterioridad al envío del Informe del año próximo. Les ruego me envíen también (utilizar otra hoja de papel si es necesario): Titulo No. de stock Precio Total parcial US$ $ Vía aérea fuera de EE.UU. (US$6,00 por ejemplar) US$ $ Total US$ $ Método de pago. Obsérvese que los pedidos personales deben ir acompañados del pago o de los datos de una tarjeta de crédito. Pidan información a los distribuidores locales sobre formas de pago acep- tables para ellos. Adjunto mi cheque, librado a nombre de World Bank Publications, en dólares de los Estados Unidos, a menos que el pedido se dirija a un distribuidor local. Sírvase cargar el pedido a mi tarjeta de crédito El VISA LI MasterCard LI American Express. Estas tarjetas de crédito se aceptan únicamente en el caso de pedidos dirigidos a Washington, D.C. (Pidan información a los distribuidores locales sobre las tarjetas de crédito aceptadas en su país.) Número de la tarjeta de crédito Fecha de vencimiento Firma Para instituciones únicamente: tLI Envíenme la factura haciendo referencia a mi pedido de compra No. Fecha Nombre Cargo Organización/empresa Dirección Ciudad Estado o provincia Código postal País Teléfono ( Otros libros recientes o sobre temas conexos t 1 i ~ d,i; s!| *'N I-8j di-1 ¡i S Volumen 1. Analysis and Summary Tables. Volumen II. Country Tables. Volumen III. Country Tables, 1970-79. No. de Stock del Volumen 1: BK1149/US$16,95 Juego de tres volúmenes y actualizaciones periódicas, No. de Stock BK1150/US$125 No. de Stock IB1024 (español), 0X520650 (inglés), IB1023 (francés) Alan Gelb y colaboradores 368 páginas! No. de Stock OX520774/US$32,95 David Newbery y Nicholas Stern, compiladores 712 páginas! No. de Stock OX520541/US$32,95 William Diamond y V S. Raghavan, compiladores 311 páginas! No. de Stock JH2572/US$14,95 J.D. Von Pischke, Dale W Adams y Gordon Donald, compiladores 430 páginas! 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